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domingo, 18 de mayo de 2014

Las Amistades

Una curiosidad: hoy por hoy en Salta Capital existe un tenedor libre, propiedad de chinos, que lleva el título de esta entrada. No me pagaron por este chivo, y lo auspicio gratuitamente para el lector, sea propio o foráneo. De paso me invitan jaja

Las amistades... que tema. En lo que me toca, leí alguna vez por ahí que "la amistad" es uno de los doce rayos del amor. Para ser precisos, el décimo, en una supuesta escala jerárquica que va desde los cuatros primeros identificados con el amor animal, a los cuatro últimos identificados con el amor Divino. Lo que nos lleva a concluir que la amistad es un valor por arriba del amor propio, del amor al cuerpo, del apetito e inclusive superior al amor afectivo que une familia y pareja.

He tenido amistades a lo largo de la vida, aunque concentradas todas en la infancia donde hacer amigos es fácil, por lo simple. Pero con el tiempo algunos amigos se fueron con la escuela y el pasaje a la secundaria, otros con el cambio de lugar, producto de la calesita económica argentina de siempre, y al final me quedaron los amigos que uno hizo en su vida post-colegio donde el vínculo es muy lábil (Huy! Si, estoy pelando mi mejor vocabulario. Débil, gente, eso es) y las obligaciones distintas. Me quedé por eso con la idea de "amigo" con el que uno se podía ver todos los días, o al menos más de una vez por semana, con el que se compartía buena cantidad del tiempo. Pero también los tiempos han cambiado. A tal punto, que hoy se considera "amigo" a una persona que con suerte vemos una vez al mes; pero claro, suplimos esa falta de contacto físico por contacto virtual (mensajes de texto, facebook, whatsapp, etc.) o semi-virtual (llamadas o videollamadas). Muchas veces se justifica: puede haber situaciones de trabajo, familia o accidentes...

Pero ¿Es siempre así? ¿Nunca nos sobra el tiempo para estar con alguien? No puedo contestar tajantemente la pregunta pero lo que si se intuye, es que nuestro tiempo "libre" se encierra en nosotros mismos, por distintas razones, autojustificadas la mayoría de ellas. Entonces la amistad como se conocía está cambiando, y para los "clásicos" como yo la adaptación es dura y muchas veces rechazada, indigerible y repudiada.

La conclusión es que si tenemos amistades que pudimos conservar pese a los muchos avatares de la vida, valorémoslas, démosle bola, e intentemos dejar un poco ese "amor propio" por amistad verdadera.




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