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lunes, 30 de junio de 2014

Veritas filia Temporis

"La Verdad es hija del Tiempo"

Durante un tiempo esta fue la frase que estuvo inscrita en el escudo real inglés durante los primeros años del reinado de Isabel I de Inglaterra. Al poco tiempo la cambiaría por otra más consecuente con su carácter, como haciendo caso a la premisa que tenía este lema.
Pero esto no es una lección de heráldica ni tampoco de historia. Creo corroborado que no atrae mucho lo que escribo sobre ella, o al menos como yo lo hago.

A lo que vamos con este refrán es al presagio. A esa capacidad que tuve desde chico pero que mostró sus verdaderas facetas (a veces para bien y otras para mal) cuando pasé el tormento adolescente; la capacidad de predecir conductas.

Un amigo mío de tantos años me dice siempre: "La gente no cambia". A lo que yo respondía que la gente cambia pero a costa suya, casi siempre. Pero mientras tanto asombraría saber que previsibles somos, y que cómodos somos con la previsibilidad.

Muchos me han dicho que tengo una capacidad buena para generar sorpresas. Y creo que si bien un mago no revela sus secretos, no hay que ser un genio para darse cuenta que (entrada refranera va a ser esta eh!!) "el hábito hace al monje". Esta es una verdad que atraviesa al tiempo y lo parte en ocho. Por lo menos a la gente que he conocido siempre la devora la rutina, con algún tinte especial como aprender un idioma (algo útil al menos), tener hijos o practicar algún hobby. Lo demás es absolutamente predecible: manera de pensar, manera de reaccionar al humor, falta o abundancia de sarcasmo, hábitos alimenticios e incluso horarios.

Vale la pena aclarar que esto de por sí no es algo malo. Lo que si puede tornarse mal es cuando se encuentra naturalizado, lo damos por sentado, y nos enojamos y terminamos negando esa realidad aplicando el famoso: "No me conocés"... Al que suelo no responder porque para eso está la frase que corona esta entrada. Deberían sorprenderse de la cantidad de veces que mi querido amigo Cronos (el Dios del Tiempo en la mitología clásica griega) me invitó a un café y me dijo: "Mirá loco, aca tenés otra factura de tu predicción. Ah! y si no fueras tan sentimental, tendrías mi laburo. Cuidate". Y odio esos comprobantes, porque me embola ser la matrona de la bola de cristal sin la bola de cristal.

O sea la facultad para sorprender tiene una correspondencia que podríamos estandarizar por medio de una fórmula: tu capacidad de sorpresa es directamente proporcional a tu apego a la costumbre. Todo lo demás es sanata que elegimos vendernos para no quedar expuestos. En todo esto me incluyo, parte de mi capacidad para evitar reventar como pochoclo es más o menos mantener ciertos hábitos.

Así que gente sorpréndanse, cambien la rutina, vean el día cabeza abajo, duerman al revés, despéinense, hagan caso a los viejos y no se acuesten después de las 4 de la mañana.

;)

P.D.: Creo que el mes de junio vino con pozo de creatividad pero no hay que claudicar. Nos veremos!!

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