La intención primaria de esta entrada no es ser publicada, más bien, está hecha por y para mi, ya que necesito sacar estas palabras a falta de confidentes cercanos o presentes. Quien quiera leerla lo puede hacer sin drama y me disculpará del contenido tal vez marcadamente personal de la misma.
Por ahí leí en alguna parte de la profunda y variada web que un hábito cuesta alrededor de 21 días en ser adquirido... La pregunta es cuanto tiempo lleva sacárselo cuando ya reporta más daño que beneficio.
Durante un año y medio me propuse por primera vez en mi vida "cortejar" a alguien, ya que antes prefería en pocos días o algunas semanas hacer tres o cuatro propuestas a una chica y si no pasaba nada, chau, a beber agua de otro río.
M. R. era joven. Apenas 17 años y yo con 27 cuando empezó el intento. Podía decir que era algo "riesgoso" bah cuando a alguien le gusta alguien no sé que riesgos se corren. Además lo mío no era para abuso ni acoso, por eso bien elegida está la palabra cortejar.
Muchas idas y vueltas, rechazos, frustraciones, intentos, propuestas, salidas cortas y largas. Siempre sentí que ella no era una chica libre, que una enfermedad que la aqueja como lo es la artritis rematoidea juvenil le bajaba la autoestima y le provocaba un serio conflicto. No podía ser libre porque sus padres la controlaban mucho, y ella no podía llevarles la contra porque seguro iba a "hacerlos enojar" y faltarles el respeto por ser quienes la quieren y le bancan los tratamientos aparte de malcriarla casi como hija única. Por otro lado, se notaba en sus ganas y en el fondo que moría por vivir esas cosas que se deben vivir.
Nublando la soledad con vida familiar los fines de semana o viajes cercanos... Se nota que siempre quiso pero nunca pudo porque no se animó.
Animarse a algo cuando las papas queman. Tal vez, yo presioné o no sé. Lo único que sé es que la experiencia me dice que iba a hacer todo tranqui y que podía darle lo que necesitaba para pegar un salto de madurez en todo sentido; humano y sentimental. Así es que durante realmente mucho tiempo fui y vine, le hablé y le dejé de hablar. Apagué el fuego y lo volví de encender, siempre con la esperanza y la ilusión a cuestas. Por eso también uno entiende que la Esperanza haya sido lo que se quedó en la Caja de Pandora como la única calamidad encerrada. Ella siempré contestó, pero lo hizo porque "se sentía sola", siempre esquiva, siempre encubriendo sus intenciones o verdades, sus ánimos y deseos, sus ganas. Al parecer nunca quiso aprender o no podía... El tiempo lo dirá.
El tiempo que licúa todas las cosas. Pero es la carne del pensamiento y la molienda de las emociones la que carcome los ánimos. De noche cuando todo se aquieta y la mente halla el camino para tejer sus redes de conspiración y especulación, de dudas y costumbres; de hábitos malos como los de volver a hablar, los de reincidir allí donde no hay más nada, pero que parece más fuerte porque del otro lado sé que habrá un "hola" que ella cree que me tendrá siempre como un maniquí. Por eso lo que hay que vencer es a ese enorme ídolo, esa estatua tan grande como un rascacielos que bajo su sombra tapa la luz... Es la sombra del apego y de la soledad... que por las noches desespera como dice la canción.
Por eso a partir de hoy deberían comenzar los 21 hitos que lleven a soltar esa rienda y uno también pueda recuperar su libertad.
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