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sábado, 12 de marzo de 2016

De un Punto a Otro

Tarde de viernes en Salta. Viaje prolongado en colectivo. Cerca de las 20 horas es la hora del quilombo de tránsito... Bondis, autos, camionetas, calles chicas, la intendencia que repara todas las calles de un saque porque la gestión anterior se olvidó, gente abarrotada en el centro a más no poder.

Mientras veía la escena donde los vehículos son como esos cardúmenes de peces que se atropellan, embisten, adelantan, me hacía recordar a algunas horas de mi instancia en La Paz, donde el caos de tránsito es infinitamente superior jaja Donde un conductor argentino podría tranquilamente vivir con Prozac por el stress de manejar.

Cae la noche y bajo del colectivo hacia el lugar donde voy y ya el caos es menor, hay chiquitas en la calle jugando con un gato. Las luces de los semáforos y esos indicadores para peatón que están coordinados para matar gente (se ponen rojos a la hora de cruzar y verdes cuando los autos pasan). Me digo a mi mismo que en La Paz no hay de estos y es pura la intuición a la hora de cruzar una calle, al menos se ahorran la guita de tener uno puesto en mal funcionamiento.

Esa tarde de imprevisto me junto con una amiga que viene desde Entre Ríos, ex compañera de la facu, nos hicimos más amigos por Facebook cuando la pantalla del televisor llena de prejuicios que solemos llevar invisiblemente en las espaldas desaparece un poco. De vuelta al bondi, pero para hacer un viaje corto al centro... Subo, me siento donde siempre, pero también diviso a una chica que se me hace conocida. "Ah si, te tengo en Face. Sos la que publica a cada rato lo copada y enamorada que estás de tu novio que es tan pegajoso como vos. Estás muy buena, pero no soltera... lástima." Me hacía acordar a las combis paceñas que a falta de colectivos para una ciudad que vive en pendiente es lo mejor, por $B 2 te cruzan de abajo hacia arriba, en un viaje que puede durar unos 20 minutos o 2 horas dependiendo el estado del embotellamiento.

Ya en el centro antes de juntarme con mi amiga e ir a tomar una birrita tranqui, marcha en la Plaza 9 de julio. La de todos los viernes. Familiares, amigos y conocidos de víctimas de asesinatos, nunca esclarecidos. Marchan al frente de la manifestación concejales y diputados del Partido Obrero. Me digo a mi mismo: "Bueno podrán reclamar todo siempre, pero esta vez me parece que lo hacen por algo digno (justifico algo de su sueldo)". La marcha es silenciosa con carteles en la mano, folletos y panfletería, algunas remeritas, banderas y letreros alusivos. Se detienen en un escenario montado para tocar música y la concejal Serrano emite un par de palabras... Uno de los crímenes impunes es la de un chico joven, pionero del movimiento heavy metal en la ciudad. Se escuchan los "presente", y otros vitoreos.
Me traigo a mi mismo la imagen de Cuzco en la que una mañana participo de una manifestación... Muy distinta, pero reclamo al fin. Eso si, el espectáculo es distinto; solo el caporal lleva un cartel rojo y bien notorio acerca del descontento... El resto es una comparsa, es baile, colorido, sonrisas y banderas. Es música rimbombante y atimbrada... "Si esto es manifestarse, me imagino lo que es festejar" pensaba.

Me encuentro con mi amiga y empezamos a hablar, noto que vamos siempre al  mismo lado y hablamos de los conocidos antes que de nosotros. Le detengo un toque y le digo: "Mejor hablemos de nosotros primero y veamos que le pasa al resto después". Yo venía de un viaje hermoso y ella había hecho tres en dos años, a Tailandia, a Brasil y a China. Luego vinieron las charlas de laburo, lo difícil que está, el estado mediocre de nuestra universidad y nuestra carrera, y otras yerbas.

Me quedo con el mensaje de laburar como hormiga que ella me dice... Pero el viaje a mi ya me puso muchas cosas en claro, ya esperé a muchos para hacer lo que ellos quisieron, ya me acomodé a todos, es hora de pelear mi lugar también.

De vuelta a casa otra vez en esa nave espacial preferida: el bondi. Cometo, otra vez, el error de decirle cosas serias a alguien que estoy conociendo. Al final es la maldita tendencia de decirle con lujo de detalles cuál es la naturaleza de sus costumbres, para que al final me venga con la peor (o mejor) arma del siglo XXI: "Está bien son opiniones y opiniones", es decir, todo es relativo, nada es cierto, todo es opinable, nadie tiene razón. Es la excusa perfecta para evitar ser criticados y hallarle el cabo suelto a cosas que creemos inconexas, o simplemente la comodidad de esquivar los problemas sin profundizar en ellos... "Bah para que me gasto". Llego a casa y MIAU! MEEAAAUU!! "Eugeeee", la alzo y "ppprrrrrrr" (ronroneo).

No vi gatos en La Paz.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Vasos Vacíos

La intención primaria de esta entrada no es ser publicada, más bien, está hecha por y para mi, ya que necesito sacar estas palabras a falta de confidentes cercanos o presentes. Quien quiera leerla lo puede hacer sin drama y me disculpará del contenido tal vez marcadamente personal de la misma.

Por ahí leí en alguna parte de la profunda y variada web que un hábito cuesta alrededor de 21 días en ser adquirido... La pregunta es cuanto tiempo lleva sacárselo cuando ya reporta más daño que beneficio.

Durante un año y medio me propuse por primera vez en mi vida "cortejar" a alguien, ya que antes prefería en pocos días o algunas semanas hacer tres o cuatro propuestas a una chica y si no pasaba nada, chau, a beber agua de otro río.

M. R. era joven. Apenas 17 años y yo con 27 cuando empezó el intento. Podía decir que era algo "riesgoso" bah cuando a alguien le gusta alguien no sé que riesgos se corren. Además lo mío no era para abuso ni acoso, por eso bien elegida está la palabra cortejar.

Muchas idas y vueltas, rechazos, frustraciones, intentos, propuestas, salidas cortas y largas. Siempre sentí que ella no era una chica libre, que una enfermedad que la aqueja como lo es la artritis rematoidea juvenil le bajaba la autoestima y le provocaba un serio conflicto. No podía ser libre porque sus padres la controlaban mucho, y ella no podía llevarles la contra porque seguro iba a "hacerlos enojar" y faltarles el respeto por ser quienes la quieren y le bancan los tratamientos aparte de malcriarla casi como hija única. Por otro lado, se notaba en sus ganas y en el fondo que moría por vivir esas cosas que se deben vivir.

Nublando la soledad con vida familiar los fines de semana o viajes cercanos... Se nota que siempre quiso pero nunca pudo porque no se animó.

Animarse a algo cuando las papas queman. Tal vez, yo presioné o no sé. Lo único que sé es que la experiencia me dice que iba a hacer todo tranqui y que podía darle lo que necesitaba para pegar un salto de madurez en todo sentido; humano y sentimental. Así es que durante realmente mucho tiempo fui y vine, le hablé y le dejé de hablar. Apagué el fuego y lo volví de encender, siempre con la esperanza y la ilusión a cuestas. Por eso también uno entiende que la Esperanza haya sido lo que se quedó en la Caja de Pandora como la única calamidad encerrada. Ella siempré contestó, pero lo hizo porque "se sentía sola", siempre esquiva, siempre encubriendo sus intenciones o verdades, sus ánimos y deseos, sus ganas. Al parecer nunca quiso aprender o no podía... El tiempo lo dirá.

El tiempo que licúa todas las cosas. Pero es la carne del pensamiento y la molienda de las emociones la que carcome los ánimos. De noche cuando todo se aquieta y la mente halla el camino para tejer sus redes de conspiración y especulación, de dudas y costumbres; de hábitos malos como los de volver a hablar, los de reincidir allí donde no hay más nada, pero que parece más fuerte porque del otro lado sé que habrá un "hola" que ella cree que me tendrá siempre como un maniquí. Por eso lo que hay que vencer es a ese enorme ídolo, esa estatua tan grande como un rascacielos que bajo su sombra tapa la luz... Es la sombra del apego y de la soledad... que por las noches desespera como dice la canción.

Por eso a partir de hoy deberían comenzar los 21 hitos que lleven a soltar esa rienda y uno también pueda recuperar su libertad.

Una Prueba

Llegaba el día número 15 de viaje y en la frontera volviendo ya de Bolivia me encontraba otra vez con Franco, Lautaro y Gonzalo; un grupo de changos santafesinos a los que me crucé y compartimos ratos varias veces en Cuzco y durante la vuelta.

En la cola de migraciones veo una parejita delante nuestro que está contando varias cosas y está algo apurada para sacar cosas de su mochila. En ese momento emerge hacia mi mente un cuestionamiento y lo enuncio en voz alta mientras vemos la escena:

- Che ¿Qué piensan? ¿Las relaciones en un viaje así comienzan o terminan? A lo que Gonzalo tal vez, el más conspicuo y temperamental de los tres me contesta:

- Y... La verdad que es una buena pregunta. Para mi terminan.

Los otros dos aseverarían y concluirían más o menos en que "sería la mejor manera de conocer a la persona que tenés al lado".

Pero esto es el reverso de varias imágenes que presencié o vi desde que comencé mi travesía. El camino estuvo plagado de parejas jóvenes o asentadas, casadas o no compartiendo un maravilloso viaje.

Podría quedarme con varias imágenes como la de un matrimonio tucumano en las Islas Flotantes de los Uros en el Titicaca. Se nota que no tenían hijos y este viaje lo estaban realizando en auto, contaban que era el primer viaje largo saliendo de Argentina, ya que a esta la habían recorrido en su mayoría. Se los notaba muy tranquilos y capaz ya con unos 20 años de matrimonio encima.

Podría ver otra de dos cuarentones, porteños a morir por la tonada, cuando estuve en las Termas de Ojo del Inca cerca de Potosí. El tipo se nota empresario o ligado a la rama, un exponente del todólogo argentino que opina y conoce básicamente de cualquier tema que se le cruce, hablaba del viaje y de las peripecias por Bolivia; opinaba de política boliviana, de higiene pública, de comparaciones, ritmos, camdombes mentales, ríos, paisajes y música. Su señora que refrendaba, confirmaba, agregaba o respondía a todo lo que él decía, al parecer abogada, amenizaban su relajo hablando con una turista española de ocasión. Todo bajo un cielo azul resplandeciente sin una nube que hiciera mella al firmamento, en un pozo natural con aguas termales.

En el mismo lugar un poco más al costado dos chicos jóvenes de unos 23 o 24 años mimándose, preocupándose, queriéndose y tirándose juntos al balneario. Toman un yogur o comen unas papas o galletas... al parecer mientras más del Sur del país sean más desconfiados de comprarse comida local.

Tal vez la que más me impactó sea la que presencié en el propio santuario del Machu Picchu y me dije a mi mismo... "Las ventajas de hacer este viaje sólo valen mucho por esto". Parejita joven. Chango pintón, piola, barbudo. Rubita con cara seria, algo desprolija y de carácter. Momento de la primera foto mientras estamos haciendo la visita guiada. La chica abre el estuche donde está la cámara fotográfica (al parecer semi profesional o pro) saca el objetivo de 40 y plaf! la lente rota... Lo que sigue es la ira y el fastidio infinito de la chica tratándose de preguntar donde carajo o como fue que la lente se rompió. Durante largos tramos el novio trataba de calmarla y decirle que podía pasar... Que mientras tanto había que disfrutar de la visita y el lugar.

Son minutos, segundos, instantes... (gracias Gustavo por esa gran frase). Al fin y al cabo vaya a saber que empezó, que terminó después de eso. Si hubo continuidad o no. Si al volver del viaje al otro día llega el "tenemos que hablar" o el "no sé que me pasó" o el "pensé que vos eras otra persona"... Tal vez un "te amo" al llegar a la puerta de la casa cansados, "me gustó el viaje, habría que repetirlo", "la próxima adonde vamos".

Hace un tiempo en otra entrada trajimos una canción que tiene sus años pero que en pocas frases lo mantiene muy vigente y vale la pena repetir, y yo debería aprender después de un par de semanas agitadas en esta vaciudad de Salta:

"Dicen que viajando se fortalece el corazón,
porque andar nuevos caminos te hace olvidar el anterior.
Ojalá que esto pronto suceda, así podré olvidar la pena ¬
                                                                                       para volver a vivir."