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domingo, 26 de julio de 2015

Sombra y Polvo

"No somos nada en este mundo más que sombra y polvo".

Esa era la frase que recitaba Próximo, el personaje del actor británico Oliver Reed en la peli "Gladiator" de 2000, pocos segundos antes de morir en una de las escenas de la película. Curiosamente, durante la filmación de la misma, el propio actor fallecería dejando apenas unos minutos por actuar, siendo completados luego gracias a la magia de los efectos por computadora.

Y así nos introducimos de vuelta a escribir en el blog luego de mucho varias semanas donde la vida y las circunstancias minaron mucho la creatividad, pero he aquí que la propia vida da muestras de las excusas necesarias para reflexionar sobre algo.

Ese algo podría haber sido anunciado indirectamente hace más de un mes con la entrada anterior pero podríamos definirla rápidamente sin entrar en prolegómenos innecesarios. Hoy la inspiración surge a partir de un tema áspero y total: La Muerte.

"Ha llegada el minuto, segundo, instante"... En el que la vida se apaga y ya no es vida, tal cual como la concebimos y de la cual no podemos decir mucho más nada, porque a partir de ese momento el cuerpo ya no responde a nada más. Ese instante es ineludible y completamente asegurado, lo único de lo que no se tienen certezas es del "¿cuándo?". Tan impredecible ese cuándo tanto como el cómo que no sabemos si morimos enseguida o dentro de muchísimos años.

La relación del ser humano con ese hecho ha variado a lo largo de su existencia como de las civilizaciones de la Historia. Lo cierto es que era un momento especial ligado a toda la simboogía religiosa y cultural sea en la vida cotidiana de los indígenas americanos como de las tribus germánicas prerromanas o en China, África o cualquier lugar del planeta. En algunos casos simbolizaba un pasaje, una transformación, en otros casos el encuentro con los dioses y con el paraíso, en otros casos la continuación del viaje hacia otros espacios, y sólo en algunos casos pesaba el resquemor moral de la vida conllevada que definía el final destino del fallecido.
El cristianismo del que somos herederos culturales tengamos o no una vida católica y creyente, ha hecho prevalecer el imaginario de la Muerte como un hecho impropio, doloroso y trágico; signado por el desarraigo y la tristeza, considerado muchas veces "injusto" debido a que siempre está el "tenía tanto para dar", "era joven", porque ese otra fuerte imagen que tenemos de la Muerte, algo propio de personas que se encuentran en el epílogo de su existencia, cuando el cuerpo muestra ya los claros signos del desgaste y la vejez... Algo que si La Muerte disfrutara de entidad podríamos decir que le importa tres cominos porque no mezquina ningún momento de la vida, no mezquina tiempo, ni lugar, ni modo, ni condición social, riqueza, fama, profesión, etc... curiosa paradoja: La Muerte vendría a ser lo único que nos iguala a todos los seres humanos desde siempre.

Otras confesiones y prácticas religiosas confieren al hecho de morir un tratamiento y consideración distintos al concederle un espacio más bien natural dentro del ciclo vital. Y diciendo la palabra ciclo también cambiamos una imagen, el de una vida lineal y finita por otra que recomienza y se retroalimenta. El budismo considera La Muerte como lo que es, un hecho inexorable, y entonces insta al practicamente a prepararse durante el tiempo de su vida a encarar ese momento, so pena de incurrir en una posterior reencarnación que podría degradar el status de su espíritu como es el hecho de renacer en una cabra. Los antiguos egipcios la asimilaban al hecho de transformarse en un ser divino que comenzaría un viaje con los Dioses, por lo tanto, el cuerpo, luego de morir, necesitaba todo un ritual de mantenimiento (momificación) para asegurar que ese pasaje fuera definitivo y no causara molestias al espíritu navegante. La mayor parte de las culturas americanas consideraba La Muerte como una ofrenda de vida para la Tierra y las divinidades, en la que muchas veces se construían enormes monumentos o se disponía los cuerpos en urnas o tumbas especiales que también iban acompañadas de un ajuar funerario, compuesto en su mayor parte por las pertenencias del fallecido.

Pero toda esta reflexión sólo busca recordar, rememorar y asimilar el porque ese instante en nuestra vida y en la de los demás a los que queremos y que a veces, producto de nuestra manera de vivir en el siglo XXI, estamos acostumbrados a dejarlo muy atrás, olvidado, nunca mencionado, es decir, un tabú. Podemos verlo trágicamente, tristemente, sorpresivamente, injustamente, dolorosamente, naturalmente o también no ser tan olvidadizos y prepararnos... en la medida de lo posible con nuestros actos, nuestra responsabilidad, nuestra memoria, nuestra crianza y en especial con sabiduría.

Le dedico este post con cariño y apoyo a mi amigo Darío, quién el día de hoy le toca vivir la despedida de su madre de estos rincones de la existencia, y que ha servido de justa inspiración a un tema que por esas cuestiones de la vida no había tratado con anterioridad... Que estas palabras y pensamientos le sirvan de oración. IN MEMORIAM.

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