Buenas! Ha pasado un tiempo... Si, este año fue de lagunas, algunas más grandes, otras más chicas. Chapuzones de pensamiento o de inspiración... Lo que llegara primero.
Vale la pena despedir este 2016 con alguna publicación valedera.
Posiblemente, este último tiempo haya reflexionado sobre eso mismo: El Tiempo. A punto de cumplir tres décadas en esta existencia me inundan profundos pensamientos acerca de lo corta que es la vida pero lo mucho que se vive.
A pesar de que la mía no es la vida de ningún artista o ser humano superdotado, y que tampoco mi memoria abarque los casi 30 años de existencia (ironías esas de la vida), es increíble la gama de experiencias, recuerdos, personas, actitudes, lugares y anécdotas que uno conserva... Para bien o mal, útiles o totalmente supérfluas.
En éstas épocas donde abundan las relaciones superficiales y digitales, hace pocos días mi madre halló en los recovecos de mi antiguo hogar, un par de álbums de fotos: uno que acumulaba fotos de mi infancia y otro del que no tenía ni el más mínimo recuerdo de su existencia... Lo que no creo que haya sido ninguna casualidad.
Este último tiene un rótulo de mi puño y letra que dice "Camino a Co. Campana. 2001". Al ver las fotos, aquéllas viejas remembranzas volvieron a brotar como esas vertientes de agua que uno redescubre luego de sacar las piedras que las atoran... Como para que el manantial refresque un poco luego de mucho tiempo sirviéndose de la misma fuente. Si bien la mayor parte de las fotos es de paisajes, muchas de ellas las tomé yo con 14 años y tienen una belleza que ni yo mismo me la creo. Fueron capturadas con una vieja Minolta 36mm, obvio a rollo de película.
Sin embargo, la que más me llamo la atención fueron las últimas tomadas posiblemente por mi padre que participó de esa excursión y... que relaté en una vieja entrada publicada hace más de dos años.
Esta foto es una prueba de aquéllos sucesos...
Vale la pena subirla por una serie de razones: Tengo el doble exacto de edad desde ese momento, en ella está presente una de las personas más significativas de esta vida: mi abuelo al que también le dediqué una entrada, y por último una experiencia que me marcó a fuego.
Esta foto posiblemente vaya a parar a un marco porque recuerda que pese a lo difícil de la situación uno nunca debe perder la calma y el humor como lo figura la sonrisa de mi nono, y que si pasó por esto puede pasar por lo que sea.
Este año difícil, buscando laburo, sintiendo la aridez de la soledad, la falta de amistades, el poco apoyo profesional, la mala fortuna con las oportunidades laborales, y toda una serie de desafecciones y dificultades se pueden superar para afrontar el año que se avecina.
Se vuelven a abrir las oportunidades y uno debe recobrarse para encarar estas nimias dificultades que se agrandan porque las consideramos de vida o muerte... Hasta que uno sabe lo que es vida o muerte.
Que sea un Feliz Año Nuevo para los lectores de este espacio, para el escritor y para todos aquéllos que necesiten renovar el pacto consigo mismos.
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