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lunes, 20 de mayo de 2024

Una Idea de Compañía

Hace unos días estando en la clase de Filosofía, charlábamos sobre Platón y la fundación del primer sistema filosófico en la historia occidental.
Platón intentó, por un lado, combatir a los sofistas y su relativismo, y por otro, resolver los problemas que la filosofía había tenido hasta ese momento, resumida en la cuestión ontológica del "Ser y el No-Ser".
Más allá de toda esta paja interesante está el hecho de los resultados. El mundo para el filósofo ateniense estaba dividido en dos partes que el no supo como enlazar: el mundo material y el mundo inteligible. Según su postura todo lo que existe son meras "copias" de las Ideas "puras" que se encuentran en el Mundo inteligible y que son sólo asibles por la Razón o el entendimiento.

Entonces se me ocurrió que nunca hay mejor ejemplo para explicar el platonismo que pensar en eso que la jerga común dice "la pareja ideal". Es decir, ese arquetipo que existe en nuestra mente, que reúne todas aquellas características positivas y que adquiere forma en el cuerpo "Ideal" de quién sería nuestro deseo más grande (seamos heterosexuales, homosexuales, recontrasexuales u ortorrómbicosexuales).

Profundizando un poco ¿Debe reunir todo lo positivo? Y claro, sino la "copia" que existe en nuestra realidad material no sería tal. Los "defectos" de nuestro "compañero/a perfectos" serían una condición necesaria para materializarse, de lo contrario, no existiría.
Aunque esto pueda causar un poco de resignación, desde mí reflexión considero que es un excelente punto de partida para definir que es lo que uno quiere o pretende de una pareja "real".

Cómo primer principio deberíamos repensar, siguiendo a Platón, si vale la pena tener como Ideal a alguien que se parezca a nosotros. Yo ya soy una copia de mi Yo Ideal ¿Para qué quiero o amaría a una "copia de la copia"? Si lo pensamos estaríamos ante alguien que aparte de sumar mis imperfecciones suma las suyas. Invocar a alguien igual que yo es invocar a mis defectos más que a mis posibles virtudes.
Cómo segundo principio, podríamos decir que mientras más vaga idea tengamos de nosotros mucho menos las vamos a tener de quien es nuestro Ideal. Con más razón, el conocimiento de quién soy yo, nos aportaría un mejor indicio de quien queremos al lado.

Ahora, un ensayo práctico, y una propuesta para mí como para quienes me lean...
Hace ya un tiempo, escuché por ahí que desear vagamente se traduce en un deseo cumplido a medias... Entonces ¿Porqué no intentar describir lo más preciso posible lo que queremos?
Me planteé no hacerlo a través de adjetivos, "tiene que ser así o asá, no tiene que ser, etc." sino a través de hábitos y pequeños detalles que tal vez ayuden a descifrar poco a poco ese tipo, como las piezas de un rompecabezas que no sabemos muy bien que imagen final representa.


- Una mujer, atrás de un vestido escotado.... Jajajaja pero empecemos por lo básico: morocha de entre 25-45 años, que tenga más de adelante que otra cosa y una linda cara que inspire inteligencia pero también seducción.
- Alguien con quién acostarse a ver Les Luthiers a las 3 de la tarde de un domingo y cagarse de risa mientras se mastica unas gomitas.
- Alguien con quién desayunar un café cargado  y mientras tanto se escucha la radio y se baila algún tema de rock nacional clásico.
- Alguien con quién ir a un cerro un sábado a la tarde, mirar el Cielo en silencio y el atardecer con un mate, y después comerse unos buñuelos con miel de caña o cualquier cosa de esas que venden a la vera de los caminos en un día de campo.
- Alguien que se ría igual que yo, de sí mismo, sus defectos y sus mambos.
- Alguien que a la hora de los bifes desate sus perversiones sin miedo.
- Alguien que lance a este ser intelectual pero a veces perezoso a descubrir cosas nuevas, a plantearle desafíos.
- Alguien a quien mí sabiduría y las múltiples experiencias de mí vida les sirvan para crecer y seguir fortaleciéndose.
- Alguien que me empuje cuando estoy estancado o que me refugie en las tormentas.
- Alguien que charle pero también que escuche.
- Alguien que se anime a probar todo tipo de comidas y bebidas.
- Alguien que le apasione la música, en canto, en letras, en emociones, en variedad... Admirar a gente que con el sonido desata lo mejor de nosotros, compartir lo que conoce y atreverse a explorar lo desconocido.
- Que sepa putear con ganas, pero a la vez maneje alta sofisticación de su lenguaje y juegue con eso.

Podría decir mucho más, pero esto es un ensayo.
Recordemos que pedimos en la medida en que nos conocemos a nosotros mismos. Lo escrito arriba, no es nada que yo no disfrute conmigo mismo, pero que me encantaría poder compartir.

Para finalizar, Platón recordaba que en el frontispicio del Templo de Apolo en Delfos había una frase: "Gnothi seauton" que en griego antiguo es "Conócete a ti mismo".

martes, 19 de septiembre de 2023

Tríptico

¿Qué hace a una buena historia?

¿De qué manera podemos entrelazar palabras y, en esa trama, infundirles algún sentido propio y sea factible de compartir a otros?

Si pienso en una receta podría tener tres ingredientes principales a los que podríamos luego sazonar con algún que otro condimento.

El primero sería tener una experiencia, un momento, un suceso, un proceso, un fenómeno (No CR7, uno más normal) que nos haya atravesado, que nos haya dolido, alegrado, intervenido... En definitiva, que nos pasara por el cuerpo, por la mente y también por el corazón.
El segundo sería poner esa experiencia en tensión: discutirla, hablarla, conversarla, exponerla... Y para eso están los amigos y la gente. Los primeros como fuente primaria y amorosa en la que nuestra vulnerabilidad no se ve ultrajada y halla pistas o indicios de una incógnita que a veces no podemos descifrar. Enigmas de la vida para los que a veces no tenemos respuestas inmediatas o aparentes, pero que al momento de ponerlas en la mesa con nuestras amistades tienen algún valor, hallan alguna luz. Para las segundas, es simplemente el valor heurístico de la exposición... Algún conocido, un compañero de trabajo o de clase, un familiar lejano, un transeúnte anónimo... Esos ángeles que se cruzan o también demonios que atraviesan el camino -de hecho, pienso que con estos últimos no sólo es un instante, sino que terminamos enlazándonos con ellos por un tiempo, que nos enrostran, nos lanzan, nos advierten que anda pasando con la inquietud que atormenta nuestros pensamientos.
Por último, las buenas lecturas. No hay mayor regocijo que encontrar pequeñas verdades en los libros que se leen. En esa magia que se oculta detrás de algunas frases o palabras, que alguien hilvanó en un cuento, una novela, algún que otro poema (no me gusta la poesía, lo dije ¿no?), o tal vez en algún ensayo de divulgación o científico... En los artículos académicos hay más bien aridez y poca semblanza, argumentación, propaganda personal, ahí no hay mucho espacio para la generación de sensaciones... A menos de que nos guste el quilombo y ensayar respuestas en lenguaje sofisticado que lleven a un debate culto y solemne en revistas que salen cada tres o seis meses. Pero volviendo a lo anterior, las buenas lecturas son fecundas, portan un germen inscrito que nos lleva a vuelos imaginarios y nos cuestionan los supuestos que tenemos. Interactúan con nosotros; nos contradicen, nos enriquecen, nos interpelan.

Entonces este placer halla una forma de hacerse vida, carne, estado en la escritura... En la realización del pensamiento de la forma en la que mejor nos salga o, tal vez mejor, en la que mayor placer nos produzca al concretar esa idea.



Así pues, hace unos días en mis recurrentes tránsitos del transporte público, reflexionaba acerca del curso que impartí hace un par de meses a un grupo de adultos mayores, las lecturas que estudié para preparar esas clases; las charlas con Sofía, mi amiga, apenas unos días antes de comenzar; y una vez terminado, algunos lindos pasajes del libro que me obsequió la directora y mi mentora al final del curso, lograron interpelarme para escribir estas líneas...

Recuerdo que hace años una profe en la universidad me discutió con animosidad acerca de la relación individuo y sociedad a la hora del sentido de la Historia. Ella, una académica consagrada y consumada, no se tomó de buena gana que le dijera que algunos personajes en el curso de la Historia son inevitables, pero que ellos no son nosotros y que nosotros no somos ellos. Cabe la posibilidad de que puedan ser representativos de algo superior al hombre común o, muy por el contrario, ser el fiel reflejo de quiénes nosotros somos pero repartidos, en cuentagotas.
Por una parte, hablando con mi amiga, hicimos un comentario cómico acerca de la pandemia y como nos había afectado a cada uno. En su caso, fue algo que le posibilitó adelantar o gestionar mejor su cauce vital, en el transcurso, incluso, comenzaría una relación amorosa de la que tuve el honor de actuar como nexo, con un amigo de toda la vida. El contraste lo demostraba yo con, tal vez, una de las etapas más dolorosas de mi vida, centradas en un quiebre familiar y el accidente -por fortuna no mortal, de mi hermano, bajo un contexto crítico y lleno de inconvenientes. Si para mi la pandemia fue una poronga, para ella fue casi que lo opuesto, en sus palabras: "entiendo que para la mayoría haya sido una bosta".

Por otro lado, Santiago Kovadloff escribió hace pocos años un libro llamado "Temas de Siempre" compuesto de numerosos y breves ensayos acerca de eso mismo... Las cuestiones cotidianas que son permanentes, la perennidad de las suficiencias y la eternidad de las faltas... En uno de esos ensayos habla sobre la esperanza y sobre el hombre (o la mujer) esperanzados:

"El hombre esperanzado [...] busca con decisión abrirse un espacio provechoso en su presente, sin que para ello lo decisivo sea contar con la certeza de un futuro promisorio. Su fortaleza tiene asiento en una muy íntima convicción: la que le dice que la dignidad que da sentido a su vida consiste en la templanza con que sepa hacer frente a cuanto lo acosa y busca quebrantarlo."

Le preguntaron a Pierre Vilar, célebre historiador francés, cuáles eran sus recuerdos de infancia y que podía decir de ellos para la Historia, al comentar que uno de sus primeros grandes recuerdos fue el desfile de bienvenida a Raymond Poincaré (primer ministro francés allá a principios del siglo XX) en su Montpellier natal siendo un niño, él ya escuchaba decir a las gentes "será la guerra" pocos meses antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, a lo que le cuestionan "¿Y porqué piensa que decían eso?" y Vilar responde: "Eso hay que investigarlo, para mí es algo vivido".

Todo eso, alumbró una suerte de resolución a esa pregunta que viví hace muchos años ¿Cuál sería el nexo entre individuo y colectivo? Y uno especialmente poderoso o manifiesto es la esperanza, la capacidad de hacerle frente al contexto sin pensar mucho en el "qué dirán" o, más importante aún, el "qué pasará si...", la búsqueda de la dignidad propia y en el camino hacerla propia para los demás. Por eso por más de que a mi el recuerdo, la memoria de lo vivido, me lleve a etiquetar una etapa como cruenta o traumática, no significa que para todos sea igual ni tenga el mismo signo sino que está en la esperanza colectiva de hallar un cauce para fortalecer nuestra dignidad la que nos hace compartir con el común de todos un fenómeno, una circunstancia, una coyuntura y son los grandes protagonistas de la Historia los que apoyándose en la conquista de su dignidad pudieron compartirla e irradiarla con esperanza hacia la Humanidad.


lunes, 28 de agosto de 2023

Garam Masala

 Buenas y santas... Pasó un rato.

"Los años no vienen solos" reza un viejo dicho popular. Y uno con los años rescata que más que un reniego aparente es una recolección de sabiduría.

Los achaques del físico y las penas del cuerpo se hacen presentes, pero también hay repercusiones en la mente y el corazón.
Muchas cosas que antes no se contemplaban ahora se miran con mayor detenimiento. Nimiedades del pasado adquieren mayor significancia. Viejas relaciones hayan explicación. Viejos saberes se desechan y otros arropados con el traje de la novedad tocan el timbre o golpean la puerta, esperando ser invitados a pasar, tomar el té y acogerse en nuestro mundo.

Una de las últimas entradas ya pasó el lustro de edad. En ese momento un alma, la mía, clamaba por una soledad que la recuperara y que le permitiera reconciliarse consigo misma... Hoy, ya está... Ya aprendí.

Ya estuve bien solo, ya recuperé, ya me caí y me levanté varias veces. Ya me frustré, ya conseguí laburo y lo perdí. Ya logré un título y quizás otro enseguida. Ya probé ser amante, ya probé ser distante, ya probé ser un payaso consumado o un mal artista.
Ya me confundí, ya me desperté y me volví a dormir. Ya viajé durante varios años, lejos o cerca, mucho o poco, pero ya lo hice. Ya me moví y corrí detrás de sueños desesperados o de falsas motivaciones.

O como dice El Cuarteto de Nos en su canción "Ya no sé que hacer conmigo":

"Ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé
Ya firmé, ya viajé, ya pegué
Ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí
Ya me fui, ya volví, ya fingí, ya mentí

Y entre tantas falsedades, muchas de mis mentiras ya son verdades.
Hice fácil las adversidades y me compliqué en las nimiedades.
"

Pero a diferencia del título, ya tengo una idea de que hacer conmigo.

Hoy tengo ganas de compartir. De poner todo lo que este arcón ha acumulado con los años y la experiencia. Hoy más que nunca hay ganas de amar... Amarse, amarte, A-Marte, A... Shanti, a uno mismo o a una otra (vamos a marcar esa heterosexualidad dice jajaja). Cómo el Garam Masala, una mezcla de condimentos en su justa medida para acompañar la comida.
Y me digo que si... Que en tiempos donde nadie arriesga y los tiempos del corazón no existen. Donde los relojes están hechos de sangre y dinero. Donde correr es mejor que crear. Donde joder es mejor que intentar.



Ya está, me digo que hoy quiero compartir: lo que tenga, lo que pueda, lo que haya... Pero todo. Lo mejor dispuesto sobre la mesa, sin miedos, sin temores, sin reclamos y, en especial, sin culpas.

Esto es lo quiero hacer conmigo.


lunes, 21 de febrero de 2022

Episodios Disfónicos


¿Alguna vez se preguntaron qué es lo que queda debajo de la alfombra? ¿O por qué últimamente uno se junta con amigos o sale a divertirse y trata de obviar esos sucesos de la vida cotidiana por qué piensa que no le suman nada al disfrute?

A veces es tan reiterativo y normal que uno va poco a poco viendo si disocia su vida de su disfrute o el disfrute es sólo una pausa, un instante, un "stand by" para luego volver a resurgir como un Ave Fénix de Las Pulgas.

Por ejemplo hace dos viernes, cuando me tocó ir a dejar papeles a una pequeña ciudad distante unos 30 km de donde vivo... Unos concursos docentes se habrían y en esta época del año donde uno la rema mal porque por las pocas horas le pagan el mínimo, intenta agarrar lo que venga y estaba la oportunidad.

Toda la semana había hecho preparativos: planificaciones, actualizar el CV, sacar fotocopias, malabares para almorzar medianamente bien y a tiempo, organizar las carpetas de acuerdo a los requisitos y el orden y ver la manera de en todo ese trayecto ahorrar unos pesos para el transporte, que va a ser sin duda, la parte más pesada por el tiempo.

Viernes a la mañana... dejando un CV virtual, después de desayunar. Ponerse a ordenar papeles y salir hacia el centro a la fotocopiadora habitual, pero antes tengo que pasar por la Facultad para retirar dos papeles que han estado durmiendo ahí toda la pandemia y que nunca me llegaron al correo. "Genial! Hoy me dejo la vida (y las monedas) en el bondi". Bajo del colectivo... "¿Me dejarán pasar? No vengo hace dos años por acá y dicen que tengo que tener el carnet vacunatorio completo, tengo una dosis y no me fui a dar la segunda... genio". Por suerte, sólo me toman a la temperatura y sin que me lo pidan me pongo alcohol en gel, "cosa de quedar como responsable y copado ja!". La Facultad es un hermoso edificio de ladrillo totalmente desierto, no hay nadie, "una buena" -me digo. Ahora a lidiar con la burocracia. Ventanilla. Hola buen día, busco estas resoluciones... Firulete 1: ¿No te llegaron por mail? -Una si, la otra no. Firulete 2: ¿No te alcanza con eso? -La verdad, mientras pueda tener el papel mejor, gracias. Firuletes 3, 4 y 5. "Creo que voy a tener que sacar la Carta Magic: '¿Por casualidad Stella Maris no sigue siendo la directora acá?". Magia. Fue instantáneo; cambio de semblante, disposición y buena onda, copia y sellado al momento, trámite finiquitado. "Bueno muchacho, mundo 1.1 terminado, hora de ir al centro a sacar copias". En el bondi, me digo que esta noche pese a quedarme sin un peso me voy a tomar aunque sea una pinta. Ya que había andado por la facu, donde trabaja JJ me pregunto si no tendrá ganas de unas pintas a la noche. Y así fue, mensajito y también super dispuesto y libre, "al menos vamos a terminar bien el día". Llegar y notar que pese a que no haya mucha gente en la cola del negocio, va lento. Me digo a mi mismo: "menos mal, así no pierdo tanto tiempo". Me sale más caro de lo esperado, no tengo efectivo, pago por transferencia (si no fuera por el COVID hoy muchos negocios seguirían enojándose por no poder pagar con plata, la tecnología no muerde). Me retiro, derecho a la parada de colectivo.

El trayecto de caminar por el centro de un lado al otro tal vez sea lo más divertido... Ver a la gente con sus caras lánguidas o resplandecientes; tullidas o limadas por el sol que abrasa el mediodía, ensimismadas con sus celulares, tapadas con auriculares, vestidas para la ocasión... atractivas o repelentes... La Comedia Humana como diría Balzac. Llego a la parada del colectivo... Observo que hay un tipo con algún problema mental, vestido en harapos, sucio y desprolijo (no por vos Pappo) el dueño de un local en alquiler que antes solía ser sucursal de una prepaga, en la puerta, intentando ahuyentarlo... Mirándolo amenazadoramente. Será ese espejo en el que uno nunca quiere verse, ultrajado por las circunstancias... Siempre pienso que el rechazo a una criatura que reparte bijouterie o estampitas en un café, o un loco en la puerta de un local provoca rechazo pero no por su pobreza sino por su aspecto, por la decadencia y el descuido de sus ropas, por el polvo en cara y la suciedad del cabello... Por estar más cerca de estar muerto que de derrochar vida, yo creo que eso causa rechazo. Por eso durante mucho tiempo y, en especial, en los tiempos en que Cristo predicaba hacía hincapié en la misericordia y la caridad... En parte porque vivía bajo la égida de Roma, donde el fasto y la materialidad se habían convertido en los valores supremos, y el ante tanta apariencia ponía algo de corazón. Podría decirse que hoy tenemos la misma tónica, pero no hay Cristo.

Subo al colectivo. Destino: casa. Asiento: los de atrás siempre. Lectura: "Sinuhé, el Egipcio" de Mika Waltari; las desventuras de un inquieto médico egipcio junto a su astuto y fiel esclavo tuerto. Una lectura que encontré sumamente rica ya que está repleta de pasajes que exudan muchísima sabiduría, al parecer escritas por alguien que ha vivido demasiado y que no quiere quedárselo para él solamente.

Llego a casa. Tengo dos horas para almorzar, acomodar los últimos papeles y tomar los dos colectivos que me lleven a esa escuela. Dos horarios distintos; uno por la tarde y otro cayendo la noche. Tengo tres juegos de todos y tantos más en caso de ser necesarias las certificaciones. Reviso y me doy cuenta que faltan copias ¡Que los remil parió! Mensaje a la fotocopiadora, se quedaron ahí; en la bandeja de la máquina, ergo, no me las habían entregado. ¿Qué hago? significaría llegar tarde a un turno, tomarme dos colectivos extra más. ¿Puede pasar a recogerlos alguien? -Pregunto, - Si no hay problema, a tu nombre los retiran después de las 16. JAJA! "Y ahora quién podrá defenderme", pero en mi universo los chapulines no salen detrás de las paredes o debajo del suelo. Son los momentos en los que sé que no cuento con casi nadie, ni amigos, ni familia... es viernes al mediodía ¡qué hago! Y buah me queda mensajear a J. para decirle si puede pasar a buscar las copias a las 16... Me dice que le caen los hijos de otro amigo para que los cuide mientras él hace trámites, pero que si puede pasa y las retira. Después de él no hay nadie más. Que sea lo que tenga que ser.

Papeles ordenados, hora de almorzar. Algo de música... "hoy va a ser un día largo". Necesito tomar ese colectivo a las 15 como tarde. El inconveniente de las copias me quitó tiempo. Membreto los sobres, me sale mal uno, un par de minutos más. -Son las 15... ¡Tengo que salir ya!. Salgo miro el cielo desde casa, para la zona está densamente nublado... Nubes abarrotadas y grisáceas, prestas a descargar toda el agua del verano en la tierra de los cantores y poetas juajua. Primer bondi, viaje tranquilo pero sube un montón de gente. -Garrón! se va a demorar. Cercana la mitad de ese viaje, sube una morocha linda, con barbijo suelto, pelo recogido, viste muy simple, sin tatuajes a la vista, tampoco piercings de más, apenas los acostumbrados en las orejas, no lleva uñas de manos o pies pintadas... Me digo a mi mismo, que eso es extremadamente raro, y por lo tanto es directamente proporcional a su atractivo. -Mierda, lo único que necesito es tu nombre, pero el bondi está hasta las manos y yo tengo apuro. Cuando el colectivo se vació un poco, se sienta y deja ver dos tatuajes muy discretos en la nuca y el codo derecho. -Ajá! lo sabía, no te llama ponerte un dragón en la espalda porque no te va llamar la atención ni hacer alharaca... Amores de bondi, que va a hacer. 

Me bajo en la parada para el bondi metropolitano, segunda parada del recorrido de vuelta así puedo conseguir asiento. Subo. Le pregunto al chofer cuanto tardará en llegar. "Una hora" -Ufa! creo que llego con lo justo. Me siento acomodo la mochila, reviso los papeles, todo bien. Viaje con algo de lectura y después se larga a llover, saliendo de la ciudad, se sube una chica conocida... Ah mirá vos es A. una colega, fue compañera de trabajo hace unos años cuando me tocó trabajar en un terciario virtual por 6 meses, no quedé porque es de esos lugares donde va y viene gente, aunque la experiencia al menos para mi fue muy enriquecedora. Se sienta varios asientos adelante, -¿Me habrá visto?. Tsss, seguro también va a la escuela a inscribirse. Me concentro en otra cosa, disfruto el viaje, el paisaje y el viento en la cara, mensajito: foto de las copias que me manda J., "Hoy Dios me quiere" -Digo. Salgo del sopor cuando veo que llegamos al pueblo y me levanto, me topo con A. y me saluda como si fuéramos amigos y se pone a charlar. Digo para mis adentros "No es la primera vez que te cruzo por la calle, evidentemente tenés esa cuestión entre señorita de París o sos así. En fin, si sale de vos, mejor". Charlamos un par de cosas más y me dice que se le rompió la sandalia, le digo que me voy a adelantar para llegar a la escuela. Llueve y esa garúa tenue le brinda un aspecto taciturno y melancólico a la tarde. La plaza central de un típico pueblo con iglesia, banco y edificios oficiales rodeándola. -No vengo acá hace años! La escuela queda a una cuadra hacia el sur de la plaza, pero el pavimento incluso termina a otras pocas cuadras, más adelante. Llego, me presento, me toman temperatura y me ponen alcohol. Es una oficina chica pasando la galería de entrada lateral. Es un edificio viejo que ha sido ampliado y la parte antigua está acordonada, por peligro de derrumbe y mantenimiento, son piezas grandes, con techo alto sostenido por vigas de madera y tejas cerámicas, un típico edificio de principios de siglo XX. Hay fila, y al parecer la cosa va muy despacio. A los pocos minutos llegan otras dos personas, "se nota que hace falta laburo" -Pienso. Llega A. con paraguas abierto y sandalia remachada con un pedazo de cordón o hilo grueso. A. es una mujer de baja estatura, un par de años menor, ya tiene bastante más trabajo que yo y ascendencia relacionada a la política, es bonita, de modales delicados y muy educada, pero antes de decir nada, está casada y desde hace unos años. -¿Qué tal A.? ¿Seguís felizmente casada? -¡¡¿¿Fielmente casada??!!, el barbijo hizo de las suyas. Me lo bajo y digo. -No, no, dije "felizmente". -Ah! Escuché otra cosa. Respondo: -Aunque eso ya no es problema mío. Risas. Retomamos la charla y me cuenta varias cosas, entre ellas la sorpresiva muerte de un ex-compañero de carrera, que me pega fuerte porque no lo veía hace años y si bien había entrado a estudiar ya grande, no era un hombre mayor de 55 años al momento. Apenas dos personas salen en 40 min. Anuncian que a las 18 se termina la inscripción para un profesorado y a las 19:30 comenzarán para el horario vespertino. "Bueno tendré que hacer boya acá hasta esa hora". A. aprovecha que hay una administrativa en una oficina brindando información y entra, al salir me despide y dice que sólo venía a saber como era la metodología de inscripción. Cuando se va saluda a H. otro colega que labura con A. y había llegado más tarde y no había alcanzado a notar su presencia. Con H. ya nos conocemos de más años y compartimos algunas noches y cervezas, nos acordamos de varias cosas, hablamos de trabajo y al menos hasta hacerse la hora, nos pusimos al día.

Caída la tarde, y luego de un tentempié, pudimos inscribirnos no sin zozobrar por la presentación lenta de cada certificado y papelucho para aseverar que uno se perfecciona, hace algún cursito o sigue capacitándose. Una secretaria que no para de llamar al rector porque parece que nunca hizo estos papeles. H. me pide que lo espere así el termina, y yo pido que el colectivo de vuelta no demore más de la cuenta porque haciendo el cálculo, voy a llegar pasadas las 21 a la ciudad y JJ me va a andar esperando en el bar.

Salimos con H. tomamos otro colectivo que también va a la ciudad pero hace un recorrido por un barrio del pueblo. "No hay diferencia son apenas 5 o 10 minutos más" - Comenta. Durante nuestra charla, me había contado que consiguió unas horas en ese terciario poco antes de que comenzara la pandemia y que era uno de los docentes de ahí y otro viejo profesor mío también, habían dejado unas horas en el lugar. En el camino, rogábamos que la resolución que había salido a comienzos del mes desde el Ministerio y que básicamente mantenía en sus cargos a quiénes habían empezado o conseguido horas durante la pandemia, pese a las muchas licencias, titularizaciones y demás, en el secundario ya había causado fuerte descontento entre la docencia, y esperábamos que no afectara los concursos terciarios.

Llegado a la ciudad, entrada la noche ya, las avenidas de la zona sur estaban abarrotadas, nos demorábamos y encima se hacía tarde, me entraba a poner ansioso por JJ que me mandaba mensajes diciéndome que había llegado y se había tomado la primera cerveza. La causa del lío era que dos clubes de fútbol locales jugaban un amistoso y veíamos a los camiones llenos de hinchas pasar hacia el estadio "Que los parió! Que fortuna que tengo eh". Con todo, puedo llegar a bajarme en el parque céntrico y caminar las escasas dos cuadras que lo separan del bar.

Nos encontramos con JJ después de varios meses, y le advierto que llevaba apenas el dinero justo para pagarme una pinta y nada más. -No te hagas problemas Agus, yo pago hoy.

La noche terminó en una charla linda llena de sorpresas, novedades y cerveza, una recompensa merecida después de un trajín tremendo que cuando venía ya durmiéndome podía rememorar.

No hizo falta darse mucha vuelta porque caí desfallecido al instante al poner mi cara sobre el almohada. Había visto más gente y recorrido más camino ese día que en todo un mes jaja pero lo único que tenía en mi cabeza era la satisfacción de poder haber terminado todo o al menos gran parte, ese día. 

Así son muchos días, los que uno no cuenta, ya sea porque no haya un buen interlocutor, porque no siente que haya oídos dispuestos o porque no surge... Al otro día veo a un amigo de años y años, pero con él no surgen estas charlas, solo comer y ver alguna serie o hablar boludeces.

A veces digo que la humildad no pasa por callarse o vestirse sencillo sino por no andar haciendo alarde de los avatares y desventuras diarias, ya sea en el éxito o en la desgracia, en el cansancio o la plenitud. No publiqué o publicité en redes ni siquiera una foto de las pintas de cerveza que me tomé o de las risas con JJ en el bar... Posiblemente porque si uno se concentra en ser feliz, poco importa quien más lo sepa... Pese a que me tienen por agresivo o quejoso, es sólo el personaje que por redes intenta cuestionar los andrajosos y retrógrados andamios morales con los que mucha gente aparenta ser lo que no es.

Como corolario dejo un tema que siempre asocié a este tipo de días, por más que la letra hable de algo más sencillo, es ese aire desgarbado y humano, sumado a esa impronta urbana y en recitado honesto y frontal lo que me llega:


Aun así diría un amigo: "La felicidad nunca es completa".